¿Y si el caminar en dos pasos se convirtiera en delirio de cuatro? si una mano sucumbiera al enlace de otra bajo el sueño empedrado de un poblado mágico, donde la historia de amor ha bañado casas, suelos y memorias; si el despertar fuera andar en caminos de amor y el soñar fuera retomar palabras de historias… historias de encuentros y de voces que se cruzaron en un campo de goce llamado Coyoacán. Y si por un momento un recorrido se volviera arrullo y, por un instante, supiéramos que nuestra gran condena es escuchar el amor de los otros sobre suelos, casas, iglesias.
“Volvamos Coyoacán un cuerpo que arde y sobre él, nosotros, y sobre el nosotros, 500 años de amor.”